“Cuando no sabemos lo que nos pasa, es muy fácil caer en conductas compulsivas”

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Ansiedad, depresión, problemas relacionados con la alimentación o las conductas autolesivas son algunos de los síntomas más frecuentes del malestar emocional que sufren los jóvenes. Según los estudios más recientes, su salud mental ha empeorado en la última década; uno de cada 7 jóvenes reconoce haber tenido ideas suicidas. Bárbara Menéndez, psicóloga clínica y de la salud, cree que una de las causas principales son las altas expectativas que se crean y el sentir que no están a la altura, un problema que multiplica el mal uso de las redes sociales. Bárbara Menéndez es la encargada de impartir una sesión de bienvenida a los nuevos colegiales del CMU Pío XII todos los años para explicarles cómo enfrentarse a los cambios que suponen su paso a la universidad; cambio de ciudad, nuevos estudios y nuevos compañeros. En el Día Mundial de la Salud Mental le preguntamos por cuáles son las claves para detectar el malestar emocional y atajarlo antes de que se convierta en un problema grave.

¿Cuáles son los problemas mentales más comunes en los jóvenes?

Los principales problemas que ahora se están viendo en chavales jóvenes es esa ansiedad frente a los estudios, pero también hay muchos casos de depresión porque ahora mismo estamos hiperconectados, pero poco conectados con el otro. Entonces falta incluso cosas tan evidentes para conectarnos como es la mirada. Nuestro cerebro crece en sociedad y necesita estar conectado. Es básico para la supervivencia. Entonces, al no tener eso, aparecen más casos en los que los jóvenes empiezan a generar cierta depresión. Son cuadros leves de tristeza, de aislamiento, de retraimiento. Empiezan a perder ese interés por las pequeñas cosas, empieza a haber un cansancio constante. Eso nos está dando señales de que ahí se está gestando algo que puede provocar daños en su salud mental.

Los estudios más recientes apuntan a que la salud mental de los jóvenes ha empeorado durante estos últimos años ¿a qué se debe?

La salud mental en estos años ha empeorado en los jóvenes porque en la sociedad en la que vivimos es muy difícil estar constantemente encajando en esas expectativas que existen y los chavales son muy vulnerables. Es decir, los chavales no solamente deben tener éxito académicamente, que eso ya supone un sobreesfuerzo enorme, sino que además tienen que intentar llegar a esos estándares que hay dentro de su grupo de iguales. Estamos hablando de cosas que nos pueden parecer banales, como es aprender a bailar o estar siempre constantemente a la última. Los chavales viven en una sociedad altamente exigente y por otra parte están en un momento de su vida en el que están creando su personalidad, su propia identidad, el “qué hago yo en este mundo y para qué sirvo”. Y un medio tan demandante lo que está haciendo es que se pierdan y que se empiecen a crear ciertos procesos de mucha frustración y ansiedad.

Los chavales viven en una sociedad altamente exigente y por otra parte están en un momento de su vida en el que están creando su personalidad.

Esa exigencia que sienten los jóvenes ¿puede aumentar por la influencia de las redes sociales en donde ven ideales de belleza y de estilo de vida muchas veces imposibles de alcanzar?

Las redes sociales, aunque pueden ser un medio muy útil, también pueden estar fomentando esa comparación constante, ese “no soy suficiente porque no llego a esas expectativas” y aparecen muchos procesos de autoexigencia. Paradójicamente, pensamos que una persona autoexigente se va a poner a hacer 1000 millones de cosas y no es así. Aparece una incapacidad para realizar ciertas acciones por temor a no hacerlo bien y muchas veces lleva a lo contrario, a casos de procrastinación. Además, al final los jóvenes dejan de intentar hacer cosas porque ya las expectativas son tan altas que se desmotivan a la primera y no lo intentan. Al final, las redes están muy bien para algunas cosas, sí sabemos usarlas, pero para los jóvenes pueden ser muy perjudicial en su salud mental y por eso se ve tantos casos de deterioro cognitivo. El uso de las pantallas está generando mucho deterioro a niveles de atención y fomenta dificultades para tolerar la frustración, el cerebro se acostumbra a que todo sea inmediato. Falta volver a unos valores reales, que también ese chaval tenga ese tiempo a solas para plantearse su vida y sus propios objetivos.

Echamos mucha culpa a los jóvenes con respecto a que no tengan propósito, de que no se esfuercen, pero realmente, ¿Qué les estamos enseñando como sociedad? Estamos enseñando que hay que trabajar, hay que ir rápido, no hay tiempo para las emociones, no hay tiempo para sentirte mal y todo es para ya. Entonces, no hay un procesamiento de lo que a mí me pasa o de cómo yo me siento o qué le está ocurriendo al otro.

¿El uso continuado de las pantallas impide la comunicación, especialmente en los jóvenes?

Ahora mismo estamos teniendo muchos problemas de comunicación, Los jóvenes, aunque estén en grupo, entienden la comunicación como estar compartiendo lo que están viendo en las pantallas. Pero la comunicación es otra cosa, es que se estén mirando y se estén preguntando qué les está pasando. Al final, las imágenes nos enganchan muchísimo, nuestro cerebro también es muy visual y los jóvenes están perdiendo la función simbólica, el lenguaje, que nos ayuda a poner una estructura a lo que nos está pasando. Así que cuando no sabemos qué nos pasa, no lo ponemos palabras, el problema es que no desaparecen esas emociones. Aparecen unas conductas nuevas, que normalmente son para tapar esas emociones que son incómodas, que no nos gusta sentir, pero que todos sentimos y que son parte del ser humano. ¿Y qué hacemos? Pues entonces nos metemos en aquello que tenemos más a mano para evadirnos de esas emociones desagradables. Cuando no sabemos lo que nos pasa, es muy fácil caer en conductas compulsivas, como el juego o las adicciones. Cada vez hay más casos de depresión y de ansiedad. Vemos mucha comparación a nivel de imagen en el cuerpo, por eso hay más trastornos alimenticios… Por lo tanto, todo eso sí que conlleva, digamos, a que cuando termine su etapa del desarrollo aparezcan trastornos mentales graves.

¿Qué les estamos enseñando como sociedad? Que hay que trabajar, hay que ir rápido, no hay tiempo para emociones ni para sentirse mal, todo es para ya

¿Cómo influye en los jóvenes esa corriente de moda que viene a decir que cada uno es responsable de todo lo que le pasa?

Está muy de moda el hecho de “poder tú solo”, de ser autosuficiente, de ser independiente. Y claro, todos necesitamos ser autosuficientes, pero eso es muy diferente a que no necesitemos nada del otro. Al contrario, vivimos en una sociedad, nuestros cerebros son sociales y necesitamos estar conectados. No significa depender del otro, ni tampoco el otro extremo, de ser totalmente independientes. O sea, realmente tiene que ser el punto intermedio de estar interconectados, de esa interdependencia. Es decir, no necesitar solamente una persona, sino que necesitamos a un grupo de personas. Uno de los factores más importantes de la salud mental es la calidad de esas relaciones humanas.

¿Qué se puede hacer cuando un adulto o un amigo, detecta situaciones de depresión, ansiedad o adicción en un joven?

Pues cuando se detecta este tipo de situaciones, lejos de mirar a otro lado o dejarle al chaval que gestione lo que está sucediendo, un simple “¿cómo estás?” con esa mirada cercana y empática, le puede ayudar muchísimo, aunque no te sepa responder, a plantearse qué le está ocurriendo. Parece que es una pregunta muy sencilla, pero lo que le estás transmitiendo es “me importas” y “quiero saber cómo estás por si te puedo ayudar”. Entonces, aunque no recibamos una respuesta clara, que sepan que se pueden sentir mal y estar acompañados. Porque, paradójicamente, los chavales piensan que sentirse mal significa una carga para los demás. Entonces, al final empiezan a replegarse y empiezan a no comunicar porque, claro, no le voy a dar ese mal rollo a mi colega. Y se quedan solos frente a un problema que fácilmente podría resolverse o cambiar con una conversación con un adulto o con un grupo de compañeros. Si hablan con sus iguales pueden darse cuenta de que ese problema que está teniendo no lo está teniendo solo él, , también les está ocurriendo lo mismo a sus amigos. O sea, que su dificultad puede ser compartida, ya no tiene esa carga de que soy yo el que no puedo. Ya baja esa exigencia, ya podemos tener un contexto para entender que, efectivamente, esa dificultad es propia de una etapa, es una dificultad que todos tenemos que pasar.

¿Ir al psicólogo y tener problemas mentales sigue siendo tabú?

Ahora mismo sigue existiendo ese estigma social de ir al psicólogo. Aunque cada vez hay menos, queda mucho camino para hablar de salud mental en términos positivos. Los medios de comunicación hablan mucho de salud mental, los chavales tienen el término muy a mano, ¿pero hasta qué punto entienden que la salud mental es multifactorial? No solamente es lo que yo siento, sino es también mi contexto y todos los aprendizajes que yo he tenido, además de factores socioeconómicos. En base a todo esto, tenemos una mejor o peor salud mental.

La ansiedad también se está estigmatizando muchísimo. Cuando uno se enfrenta a algo nuevo que genera incertidumbre, tiene ansiedad, porque lejos de ser una respuesta desadaptativa, nos ayuda siempre que esté dentro de unos niveles normales. El problema es que cuando la ansiedad es muy intensa o prolongada en el tiempo, pues efectivamente es cuando ya empieza a atacarnos. O sea, cuando ya llevas más de 6 meses con un estado de ansiedad muy alto, el cuerpo no puede sostener ese estado emocional y es cuando ya empieza a producir problemas. Las crisis de ansiedad, las palpitaciones… lo que engloba son muchas emociones no resueltas y que hemos estado mirando para otro lado. Al final, cuando reprimimos lo que nos está ocurriendo, generamos más problemas porque no acabamos enfrentando y resolviendo esa situación.

A pesar de que queda camino por recorrer ¿los jóvenes acuden ahora más al psicólogo?

Los jóvenes ahora mismo acuden más al psicólogo, son más conscientes, pero a veces utilizan los términos de una manera en la que no es del todo correcto a nivel clínico. Tenemos que normalizar la tristeza y la angustia como naturales en el ser humano. . Si perdemos esa brújula, que son nuestras emociones, estamos totalmente perdidos en el mundo. Mucho más si nos encontramos en una etapa en la que estamos construyendo nuestra personalidad, nuestro mundo, nuestro futuro, pues si encima bloqueamos esa brújula, pues ya estamos aún más perdidos y expuestos a que la sociedad nos diga lo que tenemos que ser.

Las emociones negativas están para guiarnos. Están para decirnos, “oye, aquí pasa algo, aquí no nos sentimos bien, aquí necesitamos hacer algo diferente”

¿Celebrar cada año el Día Mundial de la Salud Mental es positivo?

Tener un día para la salud mental es necesario para despertar, para no entrar en modo automático y olvidarnos de ese autocuidado personal. Sirve para recordarnos que nuestro bienestar tiene que ser una prioridad para que puedas seguir funcionando. El autocuidado también habla de ciertos hábitos alimenticios, de sueño, de ejercicio, etcétera, que nos ayudan.  Cuando esos niveles no están bien, efectivamente, toda la bioquímica de nuestro cuerpo se desregula, incluido nuestro estado emocional. Esa base de autocuidado debería estar cuando queremos trabajar problemas emocionales, porque a veces son desequilibrios como el insomnio, que es una de las mayores causas de inestabilidad emocional. Cuando ves en internet recomendaciones como la de que solamente necesitas dormir cinco o incluso dos horas y si no haces esto eres un perdedor, nos están hablando realmente de autodestruirnos. Los chavales tienen que saber ser críticos con lo que ven y leen.

Hay que dar valor a los jóvenes en esta sociedad, tienen mucha energía y también la capacidad de cambiar las cosas, de ver las necesidades, de estar en el momento actual y de no perderse en lo ya aprendido. Así que pueden abrir muchas barreras que hoy en día tenemos, para mostrarnos un mundo totalmente diferente y que se está creando y lo podemos ver a través de sus ojos. Así que tenemos que darles valor y espacio y escuchar para ver qué mundo están viviendo.