Lo que vale
Un Colegio Mayor es diversamente valorado o evaluado según las perspectivas de los diferentes evaluadores: familias, estudiantes, gestores, universidad de adscripción, etc. Cada uno de estos grupos o stakeholders puede tener y tiene, de hecho, expectativas y valoraciones que no tienen por qué coincidir con las de los demás.
Cuando se habla con los candidatos a la admisión en el CMU Pío XII, salen con frecuencia los temas de la vida independiente, la convivencia que dará lugar a amistades duraderas, los servicios y las facilidades para estudiar en un lugar alejado de la residencia habitual. Es evidente que la determinación prioritaria, lo que importa en primer lugar, es la valoración de los estudios a realizar, que lleva a elegir una universidad madrileña y, con ello, un lugar para residir en Madrid. Pero existe un importante ingrediente añadido que es la autonomía de vida respecto de las condiciones de la casa familiar.
Por su parte las familias, padres y madres, valoran prioritariamente (aunque no exclusivamente) la tutela que se ejerce desde el Colegio Mayor sobre la vida de sus hijos, que ya no residen en su casa, y a los que sólo ven los fines de semana o en vacaciones.
Sin embargo, la valoración quizá más completa es la que se realiza retrospectivamente. Hemos tenido este fin de curso la intervención, en el acto de clausura, del presidente de la Asociación de Antiguos Colegiales, disertando sobre este tema. La valoración del Colegio Mayor realizada desde la perspectiva del adulto antiguo colegial es más completa que la del colegial actualmente residente pues se refiere a la impronta que ya ha dejado en su vida.
Se habla en pasado de lo que ha supuesto en la propia biografía la oportunidad para el estudio, el aprendizaje de la convivencia, las amistades realizadas, las actividades practicadas, tanto deportivas como culturales, en resumen, de la impronta que ha dejado en la propia biografía el paso por el Colegio Mayor. Es ésta un juicio que tiene un interés especial, pues se refiere a algo que define esencialmente al Colegio Mayor desde su identidad universitaria, no como simple residencia. Se trata de la intencionalidad expresa de preparar para la vida adulta, lo cual sólo parcialmente puede ser objeto de evaluación cuando todavía se es colegial residente.
Esto es importante que sea retenido por los colegiales actuales, a menudo preocupados por las circunstancias del aquí y ahora, imbuidos de la cultura propia de su edad y condición social. No hay que perder la brújula y dejarse llevar por valoraciones apresuradas. El valor de lo que actualmente viven sólo puede ser apreciado en su globalidad desde la perspectiva que da la vida ya vivida, desde la valoración de las consecuencias que ha tenido para el propio desarrollo la elección que un día se hizo del Colegio Mayor.